domingo, 12 de marzo de 2017

Nuevas miradas en educación



Los avances de la tecnología fueron cambiando el ritmo de nuestras vidas y esto se ve reflejado en las aulas, donde los docentes nos preguntamos de qué manera interesar a nuestros alumnos para que se involucren en el aprendizaje. Y no todos tendrán los mismos intereses.

"El cerebro no es un recipiente vacío a llenar de conocimientos, sino que viene armado genéticamente y se va formando con la influencia del contexto en el que vive. El cerebro no es fijo ni estático, es plástico: tiene altas posibilidades de cambiar y mejorar si tiene dadas las condiciones. Los niños tienen "cien lenguajes" para explorar y recrear, para construir su conocimiento, para desarrollar sus inteligencias instintivas, emocionales, cognitivas y espirituales", se señala en el artículo El nuevo pizarrón del siglo XXI: el cerebro de los alumnos (LA NACIÓN, marzo 2017)

El artículo nos invita a reflexionar sobre qué enseñar. Propone pensar como objetivos prioritarios aquellas propuestas de aprendizaje que estén en relación con  necesidades concretas de la vida de los alumnos, que apunten al desarrollo de habilidades mentales de profunda rigurosidad, con énfasis en la reflexión autocrítica, que lleven a la construcción del conocimiento y a la búsqueda permanente de lo mejor de la persona, su ser y sus relaciones. En esta selección, se descartan aquellos contenidos estáticos y arcaicos, para dar espacios y tiempos a proyectos singulares y creativos que desafían las múltiples inteligencias del cerebro. Es el aprendizaje en acción, aprendizaje activo, significativo, en el que cada alumno se involucra para hacer su aporte.

El mundo de hoy exige no sólo aprender, sino aprender a aprender, a comprender, a transferir los conocimientos modificando la realidad, creando y resolviendo problemas en forma colaborativa y respetuosa de la diversidad, buceando en la incertidumbre y co-creando en lo desconocido.